ORDO AB CHAO

La filantropía, como un mejor modo de vida

Al iniciar este escrito sobre la filantropía masónica, advier­to que es complejo definirlo, pues encierra multiplicidad de premi­sas, muchas de ellas necesarias para interpretar su valor moral en el contexto del humanitarismo

Su definición es compleja y su planteamiento etimológico, difuso. Una aproximación pragmática para su definición como dice Alcalá Bra­zón: "se puede encontrar en el diccionario de la Real Academia, donde se expone como "amor al género humano". Otras obras en Web la presentan como "preocu­pación altruista por el bienestar y avance de la humanidad, normalmente manifestada en donaciones de dinero, terreno o trabajo por los necesitados, o el apoyo a institucio­nes educativas y hospitales, y generosidad para con otros fines sociales". A diferencia de la primera, esta última definición pone de manifiesto algo relevante: para ser auténtico ese declarado amor al género humano, se tiene que tra­ducir en hechos concretos. Quizás lo de menos es el llamado a obras de caridad, de misericordia, asistenciales o benéficas. Lo esencial es la disposición a dar a los demás, a un prójimo que no es abstracto, sino muy concreto". Cabe enton­ces la pregunta: ¿Acaso nosotros los masones nos dedicamos exclusivamente a plantear modalidades de filantropía, como la bondad, la benevolencia, la gentileza o la fra­ternidad que aludimos siempre, pero no la concretamos en hechos específicos? Pienso que para la existencia de una verdadera filantropía es necesario conceder valor al otro y sentirse afectado por su situación. Estos dos elementos son indispensables para que se dé la filantropía y que podamos predi­carla desde una sociedad fraternal, tal como lo escribió el filósofo estadounidence Charles Taylor: "La ética no concierne sólo a lo que es bueno hacer, sino a lo que es bueno ser".

Por otra parte debemos tener en cuenta, que la filantropía no tendría cabida en un mundo totalmen­te dominado por la competencia y el individualismo. Algunos se rebelan incluso contra la imposición del altruismo, que consideran una exigencia de sacrificio y elogian las virtudes del egoísmo. Actualmente ser altruista o filántropo es más que nunca una necesidad para nuestra sociedad, incluso, una urgencia para su viabilidad futura. Así que su manifestación natural en torno a la bondad humana, cuyo potencial tenemos todos, a pesar de las múltiples motivaciones, podría verse impedida por las visiones egoístas que vulneran nuestro propio pulimento de la piedra bruta, que nos hace débiles y mediocres.

Si cada uno de nosotros cultivara más la filantropía, es decir, si tuvie­ra más consideración por el bienes­tar ajeno, la corrupción en nuestro país sería mínima, o, quizá, no exis­tiría. Nuestra sociedad centraría más su interés y preocupación por la calidad de vida de los menos favorecidos y nuestros gobernan­tes, aunque suene despectivo, se preocuparían más por mejorar las condiciones de trabajo, de la vida familiar y social de cada uno de nuestros asociados. Acabarían preguntándose, por fin, sobre la distancia que separa a los más des­poseídos de los que representan un mínimo porcentaje de la población, pero que poseen gran canti­dad de la riqueza de nuestro país. En fin, podrían abrir los ojos sobre el destino de la sociedad, de la que se aprovechan y subyugan cada día.

Al tener más consideración para con los demás, actuaríamos todos tratando de remediar la injusticia, la discriminación o la exclusión, al igual que la indigencia. Es entonces cuando reflexionaríamos sobre la manera como tratamos a las especies animales, reducidas a instru­mentos de nuestro dominio ciego, que las transforma en elementos de consumo, cuando finalmente son el equilibrio mudo de la naturaleza.

En consecuencia, si nosotros los masones trabajamos integralmente por las generaciones futuras evitaríamos dejar una sociedad polucionada y empobrecida, y nuestro esfuerzo se vería reflejado en un legado de económico a soli­dario, que permita un espacio a la confianza recíproca y se puedan valorar los intereses ajenos. De esa manera, la prosperidad sería uno de los escalones para alcanzar el tan anhelado amor a la humani­dad.

En suma, el altruismo, o como sole­mos llamarlo nosotros los maso­nes, la filantropía o el amor a la humanidad, es, en esencia, un factor determinante en la calidad de nuestra existencia, presente y futura, y no debe ser rebajado o relegado al grado de pensamiento noble y utópico de unos cuantos ingenuos de gran corazón. Considero que debemos tener la perspi­cacia de reconocerlo y la audacia de decirlo.

BIBLIOGRAFIA: Ricard Matthieu, En Defensa del Altruismo, El Poder de la Bondad. Barcelona, España. Editorial Urano. 2016. P.D. / Ouspensky, Fragmentos de una Enseñanza Desconocida, En Busca de lo Milagroso. Caracas, Venezuela. Editorial Ganesha. 2009. / Alcalá Brazón César, Filantropía. Blog personal 2013.

Q:.H:. Guillermo Perdomo Ramírez.

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